miércoles, 26 de octubre de 2011

        El golpe militar que se inició en Argentina en marzo de 1976 estuvo caracterizado por la implementación de políticas neoliberales y por ejercer el terrorismo de Estado, con un resultado de profundas deudas sociales y más de 30.000 personas desaparecidas.
Si bien todos los sectores sociales se vieron afectados, un ámbito que no escapó al férreo control y a la brutal represión fue sin dudas el ámbito educativo. El control y la censura en la educación formaron parte de una estrategia política cuidadosamente planificada.
Ejemplos claros de esto fueron las quemas de libros, junto con la prohibición y censura de autores como Cortázar, Soriano y Walsh, entre tantos otros. Fueron prohibidos también los libros de política (sobre todo si tenían ideología marxista o peronista). Muchas personas, por miedo, realizaron quemas domésticas y destruyeron en forma íntima y privada libros, películas, discos y revistas.
La dictadura buscó controlar el lenguaje e intentó hacer desaparecer algunas palabras: proletariado, explotación, capitalismo, América Latina, liberación, entre otras, se consideraban sospechosas o peligrosas. Las lecciones se estudiaban de memoria, sin cuestionamientos, y se exaltaron los valores individuales. Los trabajos en grupo fueron considerados sospechosos y potencialmente subversivos.
Por si a alguien le quedaba duda alguna del plan de censura sistemática que la Junta Militar pretendía llevar a cabo en los colegios de todo el país, el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación editó un documento en el año 1977 que decía “es en la educación donde hay que actuar con claridad y energía para arrancar la raíz de la subversión demostrando a los estudiantes la falsedad de las concepciones y doctrinas que durante tantos años les fueron inculcando”. El Ministerio de Educación tenía una dependencia, llamada “Asesor de gabinete” o “Recursos Humanos”, donde funcionaba en realidad un servicio de inteligencia del Ejército que se ocupaba de hacer inteligencia y espionaje en la red escolar (incluyendo servicios de inteligencia trabajando de celadores). 
La represión golpeó tanto a estudiantes como a docentes. El Estatuto Docente quedó suspendido junto con todas las acciones gremiales. Hubo inhabilitaciones y cesantías de educadores, control de programas, bibliografías y exámenes. Los contenidos estaban totalmente revisados y fiscalizados, por lo que los profesores no podían enseñar desde su ideología, sino desde la de los libros autorizados desde el Estado. Se debían adecuar las pautas de comportamiento a los valores sustanciales de la cultura “occidental y cristiana”.
Todos los intentos de transgredir a estas prohibiciones se vieron reflejados en la persecución y desaparición de estudiantes, educadores, escritores, artistas, poetas, periodistas e intelectuales.
A pesar de que las voces siguen gritando, no nos olvidamos de aquella fría época, ni de la lucha que dimos para lograr la democracia que hoy tenemos. Aprendimos que la misma nos volvió a dar voz y nos enseño a valorar nuestra libertad.
Hoy tenemos la suerte de disfrutar de una educación donde se nos enseña a pensar, respetar y defender los Derechos Humanos.

domingo, 23 de octubre de 2011

Entrevistas

Entrevista a Félix Loiácono, 49 años.

          En segundo año, 1975, utilizaba un libro de Educación Cívica (Gallo, Estudios de la Realidad Social Argentina), que luego del golpe, fue prohibido. Él se entero de su prohibición, por una noticia de la revista Gente que nombraba los libros “subversivos” de la época.
En la escuela religiosa a la que asistía, su profesor de catequesis le hablaba de un proyecto de vida cristiano y marxista. En tercer año, ya producido el golpe, el profesor de esa asignatura fue reemplazado por otro, que enfocaba la materia desde otro punto de vista, se afirmaba que Dios castigaba y se le quitaba a la religión el enfoque social. Mientras los militares estaban matando a un obispo en La Rioja: Angelelli, curas comprometidos con el pueblo, a él le estaban enseñando algo muy parcial de la religión, contraponiéndose a la realidad.
La educación era muy rigurosa, y se potenciaba aún más en esas épocas: “se instruía, no se educaba”. Estaba prohibido el pelo largo. Mucha censura y represión.
Realizó el profesorado en “Santa Catalina”. Durante éste período, había una visión limitada y cerrada de la educación, “nunca nos hablaban de la educación como factor de liberación”, como planteaba Paulo Freire; “lo mejor era no pensar, no debatir”.
Él escuchaba mucho rock nacional, pero lo aceptado por sus amigos del colegio, era escuchar música extranjera. En el año ’80, fue a ver un recital de Spinetta, salieron y los obligaron a subir a un colectivo, línea 38, “te pedían documento, y te llevaban detenido”. Lo tuvieron hasta el otro día. Él le pregunto porque lo habían detenido y el oficial le respondió que por noche debía llevarse a 30, 40 personas. Estaba en la comisaría 35, barrio Nuñez, el mismo lugar donde murió Walter Bulacio. A las dos de la tarde del día siguiente le devolvieron el documento, y lo dejaron irse. El 30 de marzo de 1978 también detuvieron a su padre, Antonio Rosario Loiácono. Durante 8 horas estuvo desaparecido en el centro clandestino que se conoce como Club Atlético.
Félix nació y vivió en el barrio de La Boca, y recuerda mucha gente desaparecida del barrio, una de ellas es María Cecilia Minerbini, detenida por miembros de la marina mientras estudiaba en la casa de una compañera. 

lunes, 17 de octubre de 2011

Testimonios

Testimonio de Lucía Loiácono, 51 años.

Estaba comenzando mi quinto año de la secundaria cuando estalla el golpe militar. A mis 17 años no tenía una precisa conciencia que había empezado una larga pesadilla, llena de miedos, terror y muerte.
Iba a una escuela privada, religiosa, con un posicionamiento político conservador. Recuerdo que el 24 de marzo del 76, mientras desayunábamos con mis hermanos antes de ir a la escuela, mi mamá comenta con inquietud que los militares habían tomado el gobierno. Nosotros no entendíamos bien que implicancias tendría para nosotros.
Para la escuela nada pasaba. El lema que la atravesaba era “…de ciertas cosas NO se habla”. Sexualidad y política eran dos temas ausentes en el aula…
Pero al año siguiente la pesadilla comienza a tornarse más real.
Decido seguir la carrera de Psicología. Todos los años subsiguientes fueron tiempos difíciles.
Por aquellos años trabajaba en una escuela en la parte de “Guardería para niños/niñas de tres a cinco años” en el horario de 12 a 18 hs. Por eso cursaba en la UBA algunas materias por las mañanas y otras por las noches.
Tengo muy presente la facultad con sus pasillos vacíos... fríos…tristes. Muchos de los desaparecidos eran de esa facultad…yo peleaba entre mi deseo de conocimiento y mis miedos. Algo que caracterizaba esos pasillos era el Silencio. Un Silencio de ausencias, de voces que debían estar en alguna parte clamando…gritando…llorando. Éramos pocos por aula, teníamos miedo de pasarnos los teléfonos…porque… ¿Quién era quién? ¿Quién el compañero? ¿Quién el enemigo? ¿Quién el entregador? Todos éramos sospechosos para todos. Yo no llegaba a dimensionar bien lo que pasaba realmente. Pero me hice amiga de dos sociólogas que estaban cursando esta carrera. Tenían 20 años más que yo y habían transitado otros golpes incluyendo el de Chile. Habían vivido y sabían que significaba luchar con uñas y dientes por determinadas ideas e ideales. Aprendí y comprendí un poco más lo que estaba pasando. También me ayudaron a estudiar con reflexión y criticidad; sobre todo a darme cuenta de todo lo que no me estaban enseñando; y los autores que no se mencionaban ni siquiera como bibliografía optativa en los Programas. Los pensadores y los pensamientos de los cuales se hablaba eran aquellos que no interrogaban al orden social-económico. Al contrario, nos enseñaban aquellas teorías que de alguna manera u otra nos transmitía la idea de ADAPTACIÓN al Sistema y no de cuestionarlo. La Educación que nunca es apolítica nos enseñaba a “aceptar” y a no “rebelarnos”. El “enfermo mental” era un desviado del sistema y no un emergente de un sistema social injusto y expulsivo (más que excluyente).
Los docentes eran personas sin un compromiso con lo comunitario. Adherían a teorías que explicaban las enfermedades por causas individuales y ni siquiera planteaban las causas sociales, políticas y económicas que las sobredeterminaban.
Por aquellos años tomaba el colectivo cincuenta y tres para volverme a casa. Cada noche al salir de la facu tenía miedo a una rutina particular llamada Operativos: consistía en que un grupo armado detenía el colectivo y se atribuía el Poder para revisar nuestras pertenencias. El que no tenía documentos se lo llevaba el patrullero. Igual al que tenía no significaba que no se lo llevaran. Yo ni bien subían empezaba a temblar. Mis apuntes me denunciaban sin yo decir nada. Los escondía. Ponía abrigos encima de las carpetas…o revistas tontas de la época. Transpiraba mientras transcurrían esos minutos eternos…mientras pensaba si esa noche no me iba a tocar a mí.
Y uno se iba enterando de amigos que se iban para sobrevivir…o amigos de amigos que se iban a buscar amparo para esquivar la muerte.
Un sábado había ido a un cumpleaños y conocí a Cecilia M. una chica con chispa que me había llamado la atención por un poncho color bordó con el que había llegado. A la semana se la habían llevado de la casa. Esa había sido la última noche que la vería. Y así era por aquellos años…
Daba miedo caminar por las calles…los Ford Falcon verdes eran amenazantes. Ser joven era sinónimo de subversivo…ni hablar de cierta vestimenta o barba y bigotes en los chicos. La impunidad atravesaba la vida misma. Para ellos la Sospecha era Certeza. La ecuación era joven = subversivo = rebelde = zurdo…y no quiero escribir el resultado.
Pero a partir de Malvinas la cosa se quebró.
Recuerdo la facultad en el año ´83. Era Fiesta, algarabía, conmoción. Se llenaron los pasillos, las aulas, aumentaban los inscriptos y los docentes volvían del exilio. Otras Palabras empezaron a ser nombradas: Justicia, Verdad, Memoria…Vida.
El Silencio propio de los cementerios fue dejando lugar a las voces que habían estado oprimidas. Empezamos a estudiar a autores judíos o de izquierda. Lo único que estaba Prohibido era Prohibir.
Cambiaron los Programas educativos, los contenidos de las asignaturas, se empiezan a realizar pasantías. Lo comunitario surge con fuerza. Cobre importancia lo grupal. Se piensa acerca del análisis en grupo. El Estado de sitio prohibía la conformación de grupos. En los grupos la fuerza se potencia por eso son amenazantes para los sistemas de gobierno autoritario.
En ese clima me gradúo y juro por La Patria trabajar por la Salud Pública.
Estas, entre otras son las huellas que la dictadura dejó grabadas en mí.

jueves, 6 de octubre de 2011

Audio de entrevistas



miércoles, 5 de octubre de 2011

Testimonios


Testimonio de Luis Alberto Costa


            Yo iba a una escuela pública, el Nacional Nº5 Bartolomé Mitre del barrio de Once. Ingresé en1976 y egresé en 1980. A nosotros nos obligaban a ir de pelo corto, con camisa y corbata. Empecé con 13 años el secundario y lo terminé con 17.
            En mi educación digamos que no me afecto, ya que para mi era algo “normal”,no conocía otra cosa, porque era así la escuela, y yo era muy chico cuando comenzó todo. Todavía no había empezado a militar. Comencé a militar a los 17 años en “La FEDE” apenas termine el secundario; haciendo alfabetización.
            Era algo complicado, y bastante terrible porque no teníamos mucha apertura y se respiraba aire de represión, a veces me tenía que estar escondiendo y andar con cuidado. antes no me daba cuenta de muchas cosas, pero después a través de los años y el tiempo te das cuenta.
            Recuerdo que un día iba por la calle para el colegio y apareció un Falcón verde que frenó en la vereda de enfrente. Agarraron a una embarazada. Le pegaron en la panza y yo me quede mirando. La gente no hacia nada, seguía caminando, y antes de subirla al Falcón ella grito: “Viva la patria”, y desapareció, se la llevaron.

Entrevistas

Entrevista a Marisa Albornoz

¿A qué escuela ibas?
Fui a un escuela pública, Comercial N° 2 “Dr. Antonio Bermejo”. Cursé la secundaria entre 1973 y 1977.

A partir del golpe de estado de 1976 y tu educación, ¿qué recuerdos tenés?
Al principio no había diferencias, era un día habitual como cualquier otro. Pero con el tiempo comenzaron los rumores sobre actos que hacían los militares.

¿Militabas en aquella época?
No. Pero como la política siempre me interesó, y más el Partido Socialista, mi madre me pedía que no hablara de lo que yo pensaba con los demás.

¿Qué libros se prohibieron?
En ese tiempo comenzaron a circular libros que relataban episodios contra la dictadura, uno que recuerdo es La ley me quiere muerto, por supuesto los de Marx y los de política.

¿La dictadura, afectó tu educación?
No, en ese momento no porque los profesores daban clase normalmente.

¿Perdiste compañeros o profesores?
Al principio no nos dimos cuenta que había personas desaparecidas pero una compañera mía, Susana Santoro, al novio no lo vio por varios días y tampoco lo podía ubicar por ningún lado. Un día ella no vino a la escuela, y al segundo día de faltar comenzamos a llamar a la casa y sus padres también los estaban buscando. Nunca más supimos nada de ellos.

¿Qué medidas nuevas de control se impusieron en las escuelas?
Los profesores no podían dar las materias como ellos querían sino como les indicaban.

¿Cambiaron los contenidos?
Sí, porque el pensamiento estaba dirigido para que los jóvenes coincidieran con el pensamiento de los militares.

¿Se modificó la relación docente alumno?
Sí, en aquella época era difícil hablar con los profesores. Si bien charlaban con nosotros se cuidaban con lo que decían.

¿Qué diferencia hay entre la educación actual y la de aquélla época?
La educación de aquella época estaba totalmente revisada y fiscalizada sobre los contenidos que debían dar los docentes. Hoy los docentes presentan a sus alumnos y les hacen buscar una amplia gama de opiniones.

Entrevistas

Entrevista a Adriana Segall

A partir del Golpe de Estado de 1976 y tu educación, ¿qué recuerdos tenés?
Iba al normal 7, pero a la noche que era para adultos. Todo el mundo tenía miedo, entraban a la escuela y se llevaban gente. La rectora de ese momento nos decía que tenían derechos a hacerlo. Mis recuerdos más espantosos son de cuando estuve detenida en la calle Moreno. A mi hermano también lo secuestraron. Todos los días uno sabía que gente conocida había sido chupada. Uno veía un Falcón y se aterraba.

¿Militabas en aquella época?
Durante un tiempo sí, pero después no se pudo más.

¿Qué libros se prohibieron?
Varios, de los que me acuerdo Cortazar y Soriano.

¿La dictadura, afectó tu educación?
A mí no porque ya era grande. Yo ya tenía mis ideas, pero el hecho de que no se pudiera debatir o hablar de nada afectaba mi cabeza.

¿Qué medidas nuevas de control se impusieron en las escuelas?
No podíamos hacer reuniones.

¿Cambiaron los contenidos?
Sí, modificaron Instrucción Democrática, que se daba de otra manera.

¿Se modificó la relación docente alumno?
No. Al ser todos adultos el fantasma pesaba para todos por igual. 

¿Qué diferencia hay entre la educación actual y la de aquélla época?
Hoy los chicos tienen la posibilidad de expresarse, de juntarse, de militar. Antes tres personas ya era una reunión política y estaba prohibido.